jueves, 25 de septiembre de 2008

PREGUNTA MARIA SALOM II

Y esta fué la respuesta del Ministro Bermejo, que simplemente estubo...¡FANTASTICO!, como decimos en mallorquín... ja hi tornaràs!!


Señor presidente, señorías, como usted puede imaginar, señoría, el Ministerio de Justicia no ha jugado papel alguno en la configuración de gobierno autonómico alguno, incluido el balear. Ayer nos sorprendió usted con unas declaraciones en las que nos acusaba de corrupción judicial. No sé qué intenta usted o a qué se refiere con esa desafortunada declaración. Pero, si cree que hay corrupción judicial, lo que debe hacer es ir a denunciarlo de inmediato a donde usted crea oportuno.

No es esta Cámara el sitio adecuado.Si cree que realmente hay sospechas de corrupción judicial,
denúncielo. Ya sé que no es su práctica ni en Baleares ni en ninguna otra parte. Ustedes no denuncian su corrupción, la tapan. Pero no se preocupe, si a partir de hoy han decidido cambiar, bienvenida sea al nuevo mundo del combate contra la corrupción. Si ustedes creen que tienen que recibir un trato especial en Baleares o en cualquier otra parte, yo les digo que el trato es el mismo para todos. Y, si con el alegato que ha hecho lo que usted quiere es desviar la atención de la corrupción que existe en Baleares, va usted mal, porque, por mucho que lo intente, hay cosas que cantan por sí solas.

Cantan en Formentera, cantaron en Sóller, cantan en Andratx, cantan en la tenencia de alcaldía de Baleares. Los nombres de Eugenio Hidalgo o de Rodrigo de Santos nos ponen en la pista de actuaciones judiciales de gente que está ahora en prisión. Gastarse el dinero público en prostíbulos creo que convendrá usted conmigo que es suficientemente grave como para que se persiga.

Ahora, si usted cree que eso es un trato discriminatorio, yo la invito a que me lo explique. Va a ser difícil de entender. Si cree que la corrupción del Ayuntamiento de Baleares es trato discriminatorio, está usted, desde luego, por el mal camino. Y si cree usted que la fiscalía le trata mal, le recuerdo que el caso Son Oms, Unión Mallorquina, empezó con diligencias del fiscal, siguió con querella del fiscal, el juez archivó y el fiscal recurrió, y continúa.

Para todos igual, ustedes entre ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

______________________________________________Pregón de las fiestas 2008 DE VILLAPALACIOS


"Señora alcaldesa, señoras y señores regidores, villapalacenses todos. Es para mi un gran honor ser el pregonero de las fiestas de Villapalacios en este año de 2008, por lo que doy las gracias a la corporación municipal el haber depositado su confianza en mi, y a todos los que estáis aquí gracias por escucharme.

Cuando me propusieron pronunciar el pregón con el que tradicionalmente comienzan estas fiestas anuales, lo que más me preocupó fue pensar si estaría a la altura de las circunstancias y cuál sería el hilo conductor de mi intervención. En la década de los ochenta, durante mi época de estudiante universitario, descubrí el pasado centenario de este pueblo. Un tema que desde entonces me ha apasionado y al cual he dedicado muchas horas de estudio y de trabajo. Es por esto, por lo que decidí que mis palabras estarían relacionadas con la historia de Villapalacios y con algunos de los hechos protagonizados por las personas que aquí han vivido.

En Villapalacios, como a simple vista se podría pensar, no hay palacios, y si los hubo no se han conservado. Hubo un castillo, pero en su lugar hoy existe un espléndido mirador. Lo que Villapalacios si conserva es su Historia, una Historia que, aunque parecida a la de otros lugares, presenta muchas peculiaridades.

Como la que permitió construir la magnífica iglesia gótica de San Sebastián, que preside nuestra plaza mayor, motivo de orgullo para todos. Y no es para menos, pues este edificio construido hace más de cinco siglos, nos identifica y nos hace únicos, ya que no existe otra iglesia igual. Todos hemos oído hablar de la familia de los Condes de Paredes, sobre todo del tercer conde, Rodrigo Manrique, que vivió aquí los diez últimos años de su vida; o de Luis Manrique, uno de sus muchos hijos, que fue sacerdote en esta misma iglesia y que logró ser Capellán Mayor del rey Felipe II, el hombre más importante de la Tierra en ese momento, o de Jerónimo Aliaga, conquistador con Pizarro de las tierras del Perú, que se casó con Juana Manrique, otra de las hijas del conde, y que al morir mandaron ser enterrados en una capilla que construyeron junto al altar mayor de la iglesia, que por desgracia desapareció hace siglos.

Estos y otros personajes, como el Hermano Francisco protagonista de una vida de película que incluso inspiró a Lope de Vega para una de sus comedias, o en el siglo XIX, como Antonio Muñoz Garrido, que tras irse a Madrid ingresó en el cuerpo de aduanas donde llegó a ser Jefe de la Administración y caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, y fue capaz de reunir una enorme fortuna que le permitió, entre otras cosas, comprar aquí 31 fincas de una sola vez, o como Joaquín Quijano López, el popular bolche, que en 1926 creó un motor de gasolina a dos tiempos, tal y como recoge la patente de invención que todavía hoy aparece registrada a su nombre, luego realizó un prototipo, y consiguió que lo montaran en una carrocería en Barcelona. Desde allí, ¡nadie sabe lo que tuvo que pasar!, vino hasta Villapalacios donde fue recibido por todos en el pueblo y bendecido por Pedro Antonio Castillo, el sacerdote de entonces, tal y como quedó plasmado en una fotografía. Estas personas y muchas otras forman parte de nuestra memoria colectiva y de nuestra Historia y, pese al tiempo que ha trascurrido, los recordamos y en cierto modo los admiramos.

Pero la historia de Villapalacios no sólo está protagonizada por estos personajes ilustres y conocidos, sino también, por personas anónimas, de las cuales apenas quedan noticias o recuerdos. Personas que con su actividad política, social o económica, y sus decisiones han creado la personalidad del pueblo que en el siglo XXI es Villapalacios. Y es que desde el momento en que un grupo de personas se trasladó aquí procedentes desde la cercana montaña de cerro Vico en busca de agua y de mejores condiciones de vida y fundaron la aldea de Cenillas hasta el día de hoy, han pasado más de cinco siglos llenos de historias y de Historia.

Historias de agricultura y de climatología, que año tras año y de sol a sol, han vivido los hombres y mujeres de Villapalacios de todas las épocas, con el propósito de conseguir una cosecha de cereales, de legumbres o de aceite que les permitiera vivir el resto del año sin grandes apuros.

Historias de progreso, que han conseguido mejorar las vidas de todos. Como la que representó la instalación de la luz en las casas y del alumbrado público a principios de siglo XX o la canalización del río Mesta en 1924 que permitió traer agua por primera vez desde la fuente de las Noguericas a las 2.114 personas que en ese momento vivían aquí, primero a un único pilón situado en esta misma plaza, al año siguiente construyendo un depósito para almacenar el excedente y en los años setenta, por fin, llevando el agua a cada una de vuestras viviendas. ¡Seguro que muchos os acordáis de lo que esto representó en vuestras vidas!

Historias de trabajo sobrehumano, como las que en los años cuarenta protagonizaron los hombres de Villapalacios durante la construcción de la línea férrea Baeza-Utiel a su paso por este término municipal. Trabajar como braceros, como pinches, o como peones y cobrar un sueldo al final del mes, aunque no superara las nueve pesetas y media, fue una ayuda fundamental para las maltrechas economías domésticas tras el desastre de la guerra civil. Con la línea férrea se abrirían nuevas expectativas de desarrollo para la localidad y para toda la comarca, algo que se vio truncado en 1964 tras cuestionar en dos informes, uno de ellos del Banco Mundial, la rentabilidad de este ferrocarril, y que llevaron a las autoridades a no terminarla y, por lo tanto, a impedir que entrara en funcionamiento, pese a que el tendido estaba casi hecho, las estaciones construidas y los puentes y túneles acabados ¡Ninguna obra en Villapalacios ha representado tanto esfuerzo para tan poco rendimiento!

Historias de guerra, de posguerra y de dictadura, que sembraron los campos de españoles aterrados, enterrados y desterrados y que aquí marcaron para siempre la vida de los que la vivieron, sobre todo de aquellos que perdieron a algunos de sus seres queridos y de aquellos que defendieron ideas y principios contrarios a los de los ganadores.

Historias de supervivencia y emigración, vividas, sobre todo, durante los años cincuenta y sesenta, cuando aquí no había trabajo para todos y muchos se marcharon sin nada, en busca de una vida mejor, a lugares en los que no habían estado nunca y de los que no conocían nada. A Baleares, sobre todo a Felanitx, a Valencia, a Madrid, a Asturias, al País Vasco, a Aragón, a Cataluña, al mismo Albacete, y a otros lugares más lejanos, de los que por no conocer no conocían ni el idioma. ¿Quién no tiene en su familia al menos a una persona que haya tenido que emigrar lejos de estas tierras?

Son historias generales que todos conocemos pero que están llenas de historias particulares que sólo se conocen en cada familia: como la de Tomás, hijo de Hilaria Gallego y José Tomás Montañés, el chaval, y de Rosario la guapa, hija de Basilisa Bermúdez y Ángel Bermúdez, Moneta, que tras contraer matrimonio en esta iglesia en 1959 se marcharon con el ajuar que ella había bordado en un baúl azul, primero a Algeciras, donde el había conseguido su primer destino tras ingresar en la policía, luego a Murcia, donde nacieron sus tres hijos y más tarde a Barcelona, a más de seiscientos kilómetros de distancia de aquí.

Pero como la distancia no siempre es el olvido, ellos, como muchos otros que conocéis, o que incluso estáis hoy aquí, no se olvidaron de su pueblo. Al contrario. Año tras año volvían un mes en verano por vacaciones atraídos por el imán del sentimiento de Villapalacios. Primero en trenes que no llegaban nunca y atestados de gente hasta Albacete y luego en el Correo. Más tarde en coche, ellos en un Seat 1430, pero podría haber sido en un 600 o en un 850, (no había muchos más), siempre repletos de maletas hasta los topes, circulando por carreteras estrechas e inseguras, y por supuesto sin aire acondicionado. Pero el esfuerzo valía la pena, pues aquí se reencontraban con algunas de las personas que más querían: su madre, su hermana Caridad y su cuñado Florencio, que siempre los acogían a él y a los suyos y les ofrecían lo mejor de su casa. También estaban los hermanos de los dos y sus familias, que vivían repartidos por otras ciudades: Félix, Juan, Ismael, Sagrario, Ángeles y Juanito y también los tíos, y los primos, muchos primos, que eran como hermanos pues se habían criado juntos, y los vecinos de toda la vida, los compañeros de la escuela y los amigos de la infancia y de la juventud.

El volver a ver a la familia y a los amigos de siempre les hacía sentir que el reloj retrocedía a los años anteriores a su marcha, mientras que los problemas y dificultades cotidianos se dejaban olvidados durante todo ese mes. ¿Cuántas historias habrán recordado alrededor de una buena sartén de migas, de gachas o de galianos?, ¿cuántos buenos momentos vivirían durante un paseo por la Glorieta, a la salida de misa, jugando a las cartas o al dominó, en una merienda en la Cueva, o sentados alrededor de una simple manzanilla caliente?

Mientras, sus hijos, como los hijos de los demás, descubrían que había una vida diferente a la de la ciudad, con más confianza y libertad, donde no podían perderse porque todos sabían a que familia pertenecían, y si no lo sabían se lo sacaban. “¡Tu tienes que ser de los chavales, porque eres clavado a ellos!”. Donde se podía entrar en todas las casas, pues las puertas estaban siempre abiertas, donde no era obligatorio andar por las aceras, donde había amigos en cualquier calle dispuestos a jugar con ellos, donde se podía comer las frutas y las hortalizas que acababas de ver durante un paseo por las huertas, y, sobre todo, donde cámaras llenas de muebles y objetos, guardados o arrinconados, les permitían descubrir los tesoros familiares de varias generaciones, durante las largas y calurosas siestas de agosto.

A la hora del regreso se producía un pequeño milagro, pues en ese coche en el que no cabía ni un alfiler en el viaje de ida, Rosario, como todas las demás madres, era capaz de meter la lata del aceite, algo de matanza, las tortas y los roscos de manteca, los garbanzos y algún melón, y así alargar durante el resto del año los sentimientos y sensaciones revividas y vividas durante el mes de vacaciones.

Hoy es un día muy feliz para mí.

Hace justo diez años a mi padre le propusieron hacer el pregón de estas fiestas. Pero no pudo ser. Mis padres se sentían muy queridos por todos vosotros y eran muy felices cuando venían aquí. Contaba mi padre Tomás que la primera vez que volvió de permiso al pueblo fue para Navidad. Para ir a la misa del Gallo se puso una gabardina que se había comprado. Pero cuando llegó a la iglesia le dio tanto apuro que lo vieran con una prenda larga que le cubría las rodillas, (que por entonces sólo llevaban los que tenían más recursos, como el uso de la corbata o el reloj de pulsera), que se subió corriendo al coro muerto de vergüenza. Con el tiempo, mucho trabajo y, sobre todo, mucho estudio, consiguió una buena posición laboral, pero jamás olvidó cuales eran los orígenes de los que provenía y cuales eran los suyos.

Hace también diez años que ellos ya no pueden venir, pero nosotros, mis hermanas Charo, Esther, mi cuñado Gustavo, mis sobrinos Laura, Víctor, Alex, Germán y yo, seguimos viniendo año tras año, y no una, sino todas las veces que podemos, a pesar de que la distancia sigue siendo la misma y que las circunstancias han cambiado, ya que aquí tenemos nuestras raíces y aquí sabemos quienes somos como en ningún otro lugar del mundo. Gracias a todos por mantener vivo su recuerdo.

Quisiera pediros un doble favor antes de terminar.

A los padres y abuelos pediros que no dejéis de contar a vuestros hijos y nietos las historias que habéis vivido, porque sólo vosotros sabéis la verdad de vuestras vidas; y a los más jóvenes que preguntéis a vuestros mayores, porque ellos tienen el conocimiento de vuestro pasado. Conociéndolo seréis capaces de entender vuestro presente y así poder construir vuestro futuro.

Y en segundo lugar, que por favor no vaciéis nunca vuestras cámaras, porque allí es donde se guardan los tesoros más preciados que podéis tener: los recuerdos que hablan de vuestras familias y de sus historias, que son en definitiva las que hacen la Historia.
Con el deseo de que todos vivamos estos días de fiesta con mucha alegría y cordialidad, os invito a repetir conmigo:

¡Viva Villapalacios!
¡Viva el Santísimo Cristo de la Veracruz!".

José Ángel Montañés Bermúdez. Villapalacios, 11 de septiembre 2008.